«Cuentan las antiguas crónicas que el dios del mar Neptuno se enamoró de una humana y le concedió la facultad de respirar bajo el agua para poder llevarla a sus aposentos bajo el océano. Pero pronto se cansó de ella, así que le quitó su facultad de respirar en el agua y la devolvió a la tierra, sin saber que ella estaba embarazada.»
«Los annakis estábamos divididos en un gran número de tribus y territorios que ocupaban todo el norte del continente que llamamos Sumireya.»
«Al principio los hombres no sabían controlar el fuego, vivían en cuevas, usaban armas y herramientas hechas en piedra, se vestían con pieles y vivían de la caza y la recolección de frutas y vegetales.
Y los dioses llegaron a Ania, descendiendo desde las montañas, donde tenían su morada, con grandes antorchas de fuego y se repartieron el mundo. Eran auténticos gigantes, el doble de altos que los hombres y mucho más fornidos.»